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Sobre el amor o por una antropología del acercamiento

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 Por Valmore Muñoz Arteaga Introducción Creo que todos estamos de acuerdo en entender al amor como la palabra que designa al arquetipo sentimental por excelencia, pero que ha perdido potencia debido al abuso que de ella hemos hecho hasta el punto de haberle erosionado su significado original. Hoy significa tantas cosas que, muchas veces, termina por no significar nada. Una palabra vaciada de existencia que ha servido para darle forma a ideas que van del Dios-Hombre al Hombre-Dios, pero desde labios histéricos, muchas veces esquizofrénicos. Un campo de batalla conceptual que pasa de la nada, a la idea cristiana de Dios Amor que se hace hombre, o a la idea de la divinización del hombre llenándolo de entusiasmo dionisíaco, pero que, al no penetrar en el conocimiento, no logramos advertir que todo esto forma parte de un proceso complementario, fragmentado y separado más del campo semántico de la palabra amor, lo cual abre las compuertas para discernir sobre el amor a la patria, a una i

¡En verdad resucitó!

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 Por Valmore Muñoz Arteaga Charles Péguy escribió alguna vez que no merecía ser considerado un Padre de la Iglesia, de hecho, el ser su hijo era algo que lo sobrepasaba. Sin embargo, en estos momentos, y luego de tantos tormentos atravesados por millones de cristianos, me pregunto si será un acto de soberbia considerar a muchos Padres de la Iglesia. Lógicamente no en el sentido técnico de lo que esto significa, pero sí intentando comprender que, de alguna manera, cuando se vive verdaderamente el cristianismo se está alimentando a la Iglesia con ese «vivir en gracia». Pensando en Péguy, escribía José Luis Martín Descalzo, que cuando un cristiano se comprometía en ese vivir en gracia, comenzaba a derramar semillas con su simple modo de andar, con su hablar, con la más elemental de las sonrisas. Es como si, de manera sencilla y sutil, Jesucristo resucitara en el corazón de cada uno. Ese vivir en gracia que, podemos también suponer, es un resucitar de Cristo en nuestros corazones, nos perm

IN CENA DOMINI. Última homilía de Jueves Santo de San Juan Pablo II

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  1. "Los amó hasta el extremo" (Jn 13, 1). Antes de celebrar la última Pascua con sus discípulos, Jesús les lavó los pies. Con un gesto que normalmente correspondía a los esclavos, quiso grabar en la mente de los Apóstoles el sentido de lo que sucedería poco después. En efecto, la pasión y la muerte constituyen el servicio de amor fundamental con el que el Hijo de Dios libró a la humanidad del pecado. Al mismo tiempo, la pasión y la muerte de Cristo revelan el sentido profundo del nuevo mandamiento que dio a los Apóstoles:   "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 13, 34). 2. "Haced esto en conmemoración mía" (1 Co 11, 24. 25), dijo dos veces, distribuyendo el pan convertido en su Cuerpo y el vino convertido en su Sangre. "Os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis" (Jn 13, 15), había recomendado poco antes, tras haber lavado los pies a los Apóstoles. Así pues, los cristianos saben

LA LUJURIA. Audiencia general del Papa Francisco

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  Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Hoy escuchemos bien la catequesis, porque después tendremos un circo que actuará aquí para entretenernos. Continuemos nuestro itinerario sobre los vicios y las virtudes; y los antiguos Padres nos enseñan que, después de la gula, el segundo "demonio", es decir vicio, que está siempre agazapado a la puerta del corazón es el de la lujuria. Mientras que la gula es la voracidad hacia la comida, este segundo vicio es una especie de "voracidad" hacia otra persona, es decir, el vínculo envenenado que los seres humanos mantienen entre sí, especialmente en el ámbito de la sexualidad. Entiéndase bien: en el cristianismo no se condena el instinto sexual. Un libro de la Biblia, el Cantar de los Cantares, es un maravilloso poema de amor entre una pareja de novios. Sin embargo, esta hermosa dimensión de nuestra humanidad, la dimensión sexual, la dimensión del amor, no está exenta de peligros, hasta el punto de que ya San Pablo ti

LA GULA. Audiencia general del Papa Francisco

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  Queridos hermanos y hermanas, !buenos días! En este nuestro camino de catequesis que estamos haciendo sobre los vicios y las virtudes, hoy nos detenemos en el vicio de la gula. ¿Qué nos dice el Evangelio al respecto? Miremos a Jesús. Su primer milagro, en las bodas de Caná, revela su simpatía por las alegrías humanas: se preocupa de que la fiesta termine bien y regala a los novios una gran cantidad de vino delicioso. En todo su ministerio, Jesús aparece como un profeta muy diferente del Bautista: si Juan es recordado por su ascesis -comía lo que encontraba en el desierto-, Jesús es en cambio el Mesías que a menudo vemos en la mesa. Su comportamiento provoca escándalo en algunos, porque no solo Él es benévolo con los pecadores, sino que incluso come con ellos; y este gesto demostraba su voluntad de comunión y cercanía con todos. Pero también hay algo más. Mientras que la actitud de Jesús hacia los preceptos judíos nos revela su plena sumisión a la Ley, Él, sin embargo, se muestr

CUSTODIAR EL CORAZÓN. Audiencia del Papa Francisco

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  Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Hoy quisiera introducir un ciclo de catequesis sobre el tema de los vicios y las virtudes. Y podemos comenzar por el inicio mismo de la Biblia, donde el libro del Génesis, a través del relato de los progenitores, presenta la dinámica del mal y de la tentación. Pensemos en el paraíso terrenal. En el cuadro idílico que representa el Jardín del Edén, aparece un personaje que se convierte en el símbolo de la tentación: la serpiente, este personaje seductor. La serpiente es un animal insidioso: se mueve lentamente, deslizándose por el suelo, y a veces ni siquiera se nota su presencia, porque es silencioso y consigue mimetizarse bien con su entorno Sobre todo por eso es peligrosa. Cuando inicia su diálogo con Adán y Eva, demuestra que también es un refinado dialéctico. Comienza como se hace en los malos chismes, con una pregunta maliciosa: "¿Es verdad que Dios dijo: ¿No comerás de ningún árbol del jardín?" (Gn 3,1). La frase es fals

EL COMBATE ESPIRITUAL. Audiencia general del Papa Francisco

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  Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! La semana pasada entramos en el tema de los vicios y las virtudes. Este nos llama a la lucha espiritual del cristiano. De hecho, la vida espiritual del cristiano no es pacifica, linear y sin desafíos, al contrario, la vida cristiana exige un continuo combate: el combate cristiano para conservar la fe, para enriquecer los dones de la fe en nosotros. No es casualidad que la primera unción que cada cristiano recibe en el sacramento del bautismo - la unción catecumenal - sea sin perfume y anuncie simbólicamente que la vida es una lucha. De hecho, en la antigüedad, los luchadores se ungían completamente antes de la competición, tanto para tonificar sus músculos, como para hacer sus cuerpos escurridizos a las garras del adversario. La unción de los catecúmenos pone inmediatamente en claro que al cristiano no se salva de la lucha, que un cristiano debe luchar: su existencia, como la de todos los demás, tendrá también que bajar a la arena, porque