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Mostrando entradas de marzo 21, 2010

Billar a las Nueve y Media. Por Heinrich Böll

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1 Aquella mañana, por primera vez, Fähmel estuvo descortés con ella, casi grosero. La telefoneó a eso de las once y media, y ya el timbre de su voz le hizo presentir algo desagradable; no estaba acostumbrada a aquellas modulaciones, y precisamente porque sus palabras se mantenían perfectamente correctas, la asustó el tono de la voz: toda su cortesía quedaba reducida a fórmulas, como si, en lugar de agua, le hubiese ofrecido H 2 O. —Por favor —dijo—, ¿quiere buscar en su escritorio la tarjeta encarnada que le di hace cuatro años? Con la mano derecha, Leonore tiró del cajón de su escritorio, empujó a un lado una tableta de chocolate, el paño de lana y el limpiametales, y sacó la tarjeta encarnada. —Por favor, lea en voz alta lo que dice la tarjeta—. Y ella leyó con voz temblorosa: «Estoy en todo momento a disposición de mi madre, mi padre, mi hija, mi hijo y el señor Schrella; no estoy para nadie más». —¿Quiere repetir la última frase, por favor? —y ella repitió—: No estoy p