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Mostrando entradas de mayo 29, 2011

Cadáver Exquisito. Por Norberto José Olivar

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I El único recuerdo que guarda mi cabeza del poeta Hesnor Rivera, se remonta a un día, no sé de qué mes, de mil novecientos ochenta y cuatro. Tenía yo veinte años y estaba en ARS Gráfica, observando cómo Lilia, una guajira larguirucha que manejaba la computadora con la pericia de un hacker, diagramaba unos poemas míos con los que pretendía convertirme, de un día para el otro, en el bardo más reputado de la ciudad. Estaba seguro por ese entonces –quién no con veinte años– de que mis musas no tenían parangón, ni en derredor ni en el pretérito local siquiera. Era yo una especie de Juan García Madero maracucho, pero claro, aún no sabía yo quién era Juan García Madero, ni de su militancia fanática en el realismo visceral. Pero ahí estaba yo –y vean que he escrito «yo» varias veces en las pocas líneas que van–, a punto de provocar un big bang literario en esta chamuscada playa que me ha tocado por casa. En fin, les cuento que se abrió la puerta de la imprenta y el poeta Hesnor Rivera traspus